Seleccionar página

Gato Sibi y Sabueso

El Dragón Enano

Todos los cuentos de este blog han sido creados con mucho amor por Mª Teresa Carretero. Espero que los disfrutéis 🙂

El gato Sibi vivía en una granja con muchos otros animales. Era pequeño y le gustaba observar todo lo que se movía: una bobina de hilo, una pluma de pato, una madeja de lana… Era capaz de pasar largo rato corriendo tras las mariposas o persiguiendo algún pajarillo.

No seas malo, le decía su dueña al verlo perseguir una abeja. Sibi pensaba: pero yo solo quiero jugar y divertirme, no hacerle daño: a veces me aburro, y yo necesito jugar para aprender. Por la mañana, después de tomar su leche caliente acompañaba a su dueña a la cuadra. Allí intentaba jugar con los polluelos, pero ellos permanecían quietos.

-Qué raros son esos polluelos, que no quieren jugar, pensaba.

Un día fue a subirse a una cesta de huevos, y esta resbaló cayéndole los huevos encima. Sibi quedó todo cubierto de huevo. Rápidamente corrió a un rincón y empezó a lamerse para limpiarse.

Sibi era muy presumido y no resistía ir sucio; pero el huevo se secó dejándole el pelo tieso como si fuera un puercoespín. Qué haré ahora –se dijo. Estoy horrible y huelo mal. Así no quiero que me vea nadie. Entonces fue a esconderse entre unas flores del jardín. Un pajarillo lo vio y le dijo: ¿pero tú quién eres?

-Soy yo, Sibi, el gatito juguetón . -¡Sibi, no te reconozco; pero qué requetefeo estás! -Ya lo sé, estoy lleno de huevo. Soy, soy una tortilla andante –y comenzó a llorar.

No llores, le dijo el pajarillo. –Es que no me gusta que me vean sucio y con estos pelos horribles. ¿Me puedes ayudar? –No sé cómo hacerlo, Soy muy pequeño y el agua que coja con mi pico no te servirá para nada.

-Es verdad. Gracias por interesarte por mí. -Adiós, Sibi. –Una lágrima del gato cayó al suelo y mojó a un topo que salía de su madriguera.

-¡Anda! comienza a llover! Y yo con mis tareas sin hacer! Y rápidamente empezó a limpiar la entrada a su madriguera. Prestó atención y oyó cómo Sibi maullaba tristemente. -Un gato, se dijo. –¡Sálvese quien pueda. El gato va por mí! Y se escondió tras unas hojas. Como Sibi no se movía, se acercó. Este, al ver al gato con los pelos tiesos comenzó a reír y reír.

¡Pero gatuno!, ¿quién te ha puesto esos pelos así ? ja, ja. -No te rías. ¿Puedes ayudarme a limpiarme? -Con mucho gusto. Te echaré tierra y más tierra y así no se verán tiesos tus pelos. 

-¡Pero Topo, así me ensuciarás más y me cubrirás de tierra! -Bueno, pero esa es la única forma que tengo de limpiar. -Gracias, Topo, por intentarlo.

Se acercó a la cuadra, donde encontró a un cordero, que al verlo se asustó y empezó a balar y balar. –Calla, y no bales tanto, que vendrán todos y no quiero que me vean. Perdona. Es que nunca había visto un gato tan raro –y comenzó a reírse. Pero dime qué te ha pasado. -Pues verás… he trepado a una cesta llena de huevos y se me han caído encima. -¿Y qué quieres que haga? –Que me ayudes a limpiarme, corderito.

-Yo lo único que puedo hacer es dejar que te limpies en mi lana, pero no creo que eso te sirva mucho, porque estás ya seco. -Bueno, cordero, déjalo. Gracias por tu ayuda. Sibi estaba cada vez más triste y preocupado. Ya era la hora de comer, pero a él se le había quitado el hambre.

¡Qué raro! , dijo su ama: siempre viene puntual a comer; bueno, estará jugando por el jardín. El pelo de Sibi estaba cada vez más seco y pinchoso; así nadie podía ayudarle. Se marchó a un rincón del patio a seguir llorando. Nunca más haré travesuras ni jugaré en la cocina ni en el salón, ni … Y lloraba y lloraba.

  • https://www.facebook.com/eldragonenano

Pasó por allí Sabueso, un perro de la granja poco amigo de los demás animales. Se acercó, pero Sibi no se pudo erizar porque estaba ya bien erizado. Sabueso dijo: ¡Pero Sibi, ¿Quién te ha puesto así?

-Nadie, dijo Sibi. –Pues así no se pone el pelo solo, dijo Sabueso; pareces un gato-peine. -Ya lo sé; trepé a un cesta de huevos y…

-No me digas más:  se te cayeron encima y te preocupa que te vean así, ¿no? -Pues sí; he pedido ayuda a otros animales pero nadie ha podido ayudarme. -No te preocupes, gatirrín: eso lo arreglo yo.-¿Y cómo? –Pues dándote un buen baño. -Y ¿dónde? –He visto un barreño lleno de agua cerca de la cuadra.

-¡ Pe..pero si los gatos no nos lavamos! –Ya lo sé, pero o te lavas o te quedas así de horrible.   

-¿Me ayudarás a bañarme? –Con mucho gusto. Nunca he bañado a un gato-peine ja ja ja. Oye, Sibi: pero en el baño tendrás que obedecerme. -O K, te lo prometo.

Y así fue como Sibi quedó limpísimo. Siempre le agradeció a Sabueso su gran ayuda. Desde entonces fueron los mejores amigos que hubo en la granja. Y Sibi aprendió lo importante que es ayudar a los demás cuando lo necesitan.

© Mª Teresa Carretero García

Quizás también te interese leer…