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Jorge No Quiere Aprender a Leer

El Dragón Enano

Todos los cuentos de este blog han sido creados con mucho amor por Mª Teresa Carretero. Espero que los disfrutéis 🙂

Esta es la historia de un niño que no quería aprender a leer. Su papá le decía: tienes que trabajar y aprender y si no, serás un zoquetín.

Cuando vayas por la ciudad te perderás, al no saber leer los nombres de las calles.

Jorge respondía: me da igual, papá, alguien me ayudará.

Cuando te escriban tus amigos un mensaje en el móvil, no sabrás lo que ponen.

No me importa, repetía Jorge, me lo leerá mamá o la abuela Rosa.

Los papás de Jorge estaban cada vez más preocupados, pues no conocían a ningún niño que no quisiera aprender a leer.

La abuela Rosa dijo a los papás: no importa, yo hablaré con Jorge. A lo mejor me explica a mí por qué no quiere aprender.

Bueno, abuela, dijeron los papás de Jorge; a lo mejor a ti te lo explica.

Una tarde, mientras Jorge merendaba en el jardín de casa, le dijo la abuela: oye, Jorge, tu papá, tu mamá, la seño y yo estamos muy preocupados; ¿qué te ocurre que no quieres aprender a leer? ¿Te duele la cabeza?  ¿no ves bien? ¿estás incómodo en la silla o en la mesa de estudiar?

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El  niño guardaba silencio y la abuela Rosa repitió la pregunta con voz muy dulce y cariñosa: ¿por qué no quieres estudiar? ¿Lo encuentras muy difícil? ¿Te cuesta trabajo? Si es así, papá, mamá y yo estudiaremos contigo y te ayudaremos y te resultará más fácil. Ya verás qué bien cuando tú puedas leer tus propios cuentos, cómo te divertirás.

Y le contó que el recuerdo más bonito que ella tenía de niña fue cuando su seño le enseñó a leer.

Cuando aprendí, iba leyendo en voz alta todos los letreros que veía en la calle.

Y recuerdo cuando mi papá me compraba cuentos y tebeos: era superdivertido. Entonces el niño, en voz baja, dijo:

Es que si aprendo a leer me haré mayor y ya no me arroparéis al meterme en la cama, ni me daréis los abrazos con canciones al despertarme, ni los abrazos de bienvenida del cole… ni, ni los abrazos de los domingos, ni los besos de caramelo ni nada, y yo quiero que me los deis siempre.

La abuela Rosa sonrió y le dio un gran abrazo.

Pero Jorge, dijo ella: aunque no aprendas a leer, crecerás y te harás mayor. Nadie se puede quedar toda la vida de niño pequeño. Todos crecemos y nos hacemos mayores.

Sí, abuela Rosa, dijo el niño, pero yo he visto que a los mayores no se les abraza ni se les besa como cuando eres pequeño. Y a mí me gusta mucho que me abracen y me besen.

Eso está bien, dijo la abuela al tiempo que le abrazaba. Eso no pasará contigo. Tus papás y yo siempre seremos cariñosos contigo.

¿Lo prometes, abuela Rosa? Lo prometo: palabra de abuela.

Y yo prometo que prenderé a leer, dijo Jorge.

 

FIN                © Mª Teresa Carretero García

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