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Karioka la bruja tonta

El Dragón Enano

Todos los cuentos de este blog han sido creados con mucho amor por Mª Teresa Carretero. Espero que los disfrutéis 🙂

Carioca era una joven bruja. Vivía en un pueblo pequeño. No tenía amigos, y su única compañía era un gato negro al que faltaban varios dientes y que siempre estaba sonriendo.

A Carioca no le gustaban los niños, y lo que más le molestaba era sus risas y sus juegos: eso la enfurecía muchísimo.

Vivían Carioca y su gato a las afueras del pueblo, en una casa medio rota con ventanas y puertas que no cerraban.

Pasaban mucho frío en invierno pues ella era muy torpe y no sabía arreglar nada de lo que se iba rompiendo en la casita.

La casa cada vez se estropeaba más y más hasta que un día se oyó un ruido muy fuerte: boom;  y se derrumbó el techo.

Era verano y como hacía buen tiempo, a la bruja no le importó que su casa no tuviera techo. Desde su cama veía la luna y las estrellas y a veces a las brujas volando en sus escobas.

Una noche comenzó a llover muy fuerte y la bruja y su gato se mojaron tanto que se pusieron enfermos. Carioca tuvo que buscar antiguas recetas mágicas para curar su resfriado, y decidió que no viviría más en una casa sin techo.

Un día dijo a su gato: Trueno –que así se llamaba- Hay que buscar una casa antes de que llegue el invierno. Se pusieron manos a la obra y después de mucho buscar, Trueno encontró una casa junto a un edificio que tenía un patio muy grande.

Se cambiaron a la nueva casa al final del verano.

Un día Caroca dormía y le pareció escuchar risas y ruidos de niños. De pronto abrió un ojo, luego el otro. Se puso roja de rabia y se le pusieron todos los pelos de punta.

Trueno dormía a sus pies. Se despertó y la miró sonriendo. Y la bruja, al verlo sonreír se enfureció tanto que le dio un puntapié y lo tiró de la cama.

No es posible, no me lo puedo creer, gritaba la bruja tonta.

Pero de dónde vienen esas risas? Y dónde están los niños?

Saltó de la cama y como un rayo se dirigió a la ventana mientras se tiraba de los pelos. Miró al patio y no podía creer lo que veía. Era imposible, no podía ser.

Su casa daba el patio de un colegio de niños. Se enfadó tanto que comenzó a dar golpes con su escoba a todo lo que encontraba a su paso y la escoba se rompió.

Carioca pensó: Qué tontísima soy. Una bruja no puede estar sin escoba: cómo volaré ahora?.

Bueno,l se dijo… ya la arreglaré después.

Carioca dedicaba todo su tiempo a inventar cosas que asustaran mucho a los niños para que se fueran del patio.

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Y por fin lo puso en práctica. Un día durante el recreo un niño, muy asustado, dijo: seño… mira al cielo, y todos se quedaron paralizados: había una casa boca abajo que se movía a gran velocidad abriendo y cerrando todas sus puertas y ventanas. Después apareció un burro que volaba y hacía ballet sobre una nube.

El asombro de los niños era muy grande y de pronto apareció un gran dragón que arrojaba fuego por la boca y bajaba a gran velocidad hacia el patio del colegio.

Llenos de pánico, los niños gritaban y corrían de un lado a otro y de pronto, cuando casi estaba en el patio, el dragón desapareció.

Creyó la bruja que eso sería suficiente para asustar a los niños, pero al día siguiente había otra vez niños en el patio.

Otro día hizo que cayera una gran tormenta de lluvia con rayos, ranas, barro rojo y viento en el patio del colegio.

Esto asustó muchísimo a los niños, pero la seño logró tranquilizarlos poco a poco contándoles muchas cosas bonitas sobre el agua y el viento, y los niños volvieron otra vez a salir al recreo.

Poco a poco comenzaba a agotarse la paciencia de Carioca, que, nerviosa, refunfuñaba sin parar.

La vez siguiente llenó sus grandes bolsillos de piedras, se montó en su escoba y comenzó a volar por encima del patio del colegio mientras arrojaba piedras a los niños. Estos corrían asustados gritando y protegiéndose como podían

Y cuando más divertida estaba Carioca, ¡zas! la escoba comenzó a dar vueltas y se precipitó al suelo. Rayos y centellas, se dijo: he olvidado arreglar bien el palo de la escoba, mientras se estrellaba contra un palo y le salía un enorme chichón. Los niños, a lo lejos, reían y hacían palmas divertidos, mientras Carioca se quejaba de las magulladuras y muy enfadada decía: me vengaré, me vengaré!

Todo le estaba saliendo mal pero ella no se rendía, y por fin pensó en poner en práctica un plan que nunca le había fallado, y dijo:

Tiraré un rayo sobre el colegio y lo destruirá. Y pronunció las palabras mágicas… pero estaba tan enfadada que se equivocó y el rayo, en vez de dirigirse al colegio dio la vuelta y fue hacia ella partiéndola en dos. Asustada, comenzó Carioca a llorar. Tenía mucho, mucho miedo pues nunca había estado partida en dos y juró que nunca más asustaría a los niños si volvía a ser Carioca Entera. Y de pronto recordó todas las palabras mágicas, las repitió y volvió a ser ella. Por primera vez en su vida acarició a Trueno, que del susto dejó de sonreír, y dijo a su gato: Mañana iré al pueblo y buscaré a un carpintero que me ponga dobles ventanas. Con ellas no escucharé las risas y los juegos de los niños. Trueno la miraba sonriendo, mientras Carioca le volvió a acariciar el lomo.

FIN   © M. T. Carretero

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