Los dos perros, muy feroces, se tiraron a cazarlos;
Chip y Chap se escabulleron, no lograron alcanzarlos.
Muertos del susto los dos escaparon enseguida
y Chap le dijo a su primo, marchándose a su guarida:
Qué bonita es la ciudad si te quieres dar el gusto,
pero prefiero la paz a que me maten de un susto.
Y Chap así se volvió al prado de su agujero
para vivir bien feliz en su cuevita del suelo.
Si quieres vivir tranquilo, sin sustos y sin problemas
confórmate con tus cosas y no envidies las ajenas.
FIN
Adaptación de la fábula © Mª Teresa Carretero