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Pajaricos en el Jardín

Pajaricos en el Jardín

Felipe era un niño que amaba los pajaricos.  Su casa tenía un bonito jardín con muchos árboles.

Cuando llegó el otoño, los árboles empezaron a desprenderse de las hojas que cubrían sus ramas.

A Felipe le gustaba ver cómo caían las hojas. Si hacía viento,  caían muy rápidas y a veces  en grupo; si no hacía viento, caían lentamente describiendo círculos y piruetas hasta que aterrizaban en el suelo.

Un día, Felipe preguntó a su papá: Oye, papi, ¿dónde irán ahora en invierno los pajaricos que viven en los árboles del jardín?

No sé, respondió el padre; los pajaricos son muy listos y saben dónde ir. Pero no te preocupes, volverán en primavera.

Ahora deben marcharse a otro lugar menos frío. Papá, dijo Felipe: pero yo quiero que se queden en mi jardín. -Sí, pero ellos tendrán que buscar otro lugar donde vivir y hacer sus nidos, dijo el papá.

Papá, insistió Felipe, pero esos pajaricos son amigos míos, me conocen y cuando me oyen hablar se acercan a mí. Yo quiero que se queden.

Bueno, ya buscaré una solución, dijo su papá.

Pasaron los días y el niño estaba muy preocupado pues los árboles habían perdido casi todas las hojas.

Felipe pensaba: ¿Cuál será la solución de mi papá?

Pocos días después, su papá le llamó: Felipe, ayúdame a traer unas bolsas del coche y las pondremos en el jardín.

Felipe no sabía que había en ellas pero ayudó sin preguntar nada.

Ábrelas a ver qué tienen, le dijo su padre. Al ir abriendo la primera, su cara se iluminó con una gran sonrisa y se puso muy alegre.

Su papá le sonrió y le dijo:¿Te gustan?

Felipe, muy emocionado, comenzó a tocar con sus manos las casitas de madera para pájaros que había hecho el carpintero.

¿Me ayudarás a ponerlas en todos los árboles para que tus amigos pasen el invierno con nosotros?

Siiii, dijo el niño. Y se abrazó a su papá mientras le decía: Papi, es el regalo más guay que jamás me han hecho. Muchas gracias; te quiero.Y continuó abrazado a su cuello.

FIN      © Mª T Carretero García