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El Zorro y el Cuervo

El Zorro y el Cuervo

Hace mucho, mucho tiempo un señor llamado Esopo escribió historias entretenidas que siguen siendo muy famosas, como esta del Cuervo y el Zorro.

En un bosque vivía un cuervo negro que emitía unos graznidos bastante desagradables.

También vivía por allí un zorro muy astuto que intentaba ganarse la vida trabajando lo menos posible.

Iba un día el zorro husmeando por el bosque para encontrar algo que comer. En lo alto de un árbol vio sobre una rama un cuervo que sostenía algo en su pico.

Se acercó más y vio lo que llevaba el cuervo: era un queso que echaba un olor riquísimo.

Sus tripas comenzaron a rugir, del hambre que tenía.

Callaos, tripas, que vamos a asustar al cuervo, dijo el zorro.

  • Hola, señor Cuervo, ¿qué tal la mañana?. El cuervo movía los ojos pero no le contestaba.
  • ¿Está usted afónico?. El cuervo seguía callado pero ahora movía las alas.
  • Qué pena: ¡con la bonita voz que tiene y no puede alegrar el bosque con su canto!

 

Entonces el cuervo, muy orgulloso de su voz y de lo que decía el zorro, abrió su boca para cantar y comenzó a lanzar sus fuertes graznidos.

En ese momento cayó de su boca el queso, que el zorro recogió rápidamente y echó a correr con él: Ja Ja Ja, reía.

¡Por vanidoso te has quedado sin el queso!, le dijo. ¡Otra vez, duda de quien te adule, y no le hagas caso!

(Adaptación: Mª Teresa Carretero).

Caperucita Roja

Caperucita Roja

Caperucita y su mamá vivían en una casita a la orilla de un bosque. La llamaban así porque siempre llevaba una capa roja con capucha. Un día le dijo su mamá: Toma esta cesta, que tiene un tarro de miel y unas tortas, y llévasela  a la abuelita. La abuelita vivía en una casita al fondo del bosque.

Procura no entretenerte y vuelve pronto porque hay en el bosque un lobo. Y si sale, no hables con él.

Caperucita Roja cogió la cesta y echó a andar.

Iba contenta porque le encantaba oír los pájaros, charlar con los conejitos y ver las mariposas.

En un recodo le salió el lobo y le dijo: ¿A dónde vas, Caperucita?

-Voy a casa de mi abuelita, dijo ella.

 Y se puso a mirar las mariposas y a coger flores para hacerle a su abuelita un ramo.

El lobo fue por delante a la casa de la abuelita y llamó a la puerta. La abuelita, pensando que era su nieta abrió la puerta y el lobo se la comió.

Pasaba un cazador y vio al lobo entrar y le pareció cosa rara que abrieran la puerta a un lobo. El lobo diciendo que venía de parte de Caperucita entró en la casa y se comió a la abuelita. Después de comerse a la abuela, el lobo se puso su ropa y se metió en la cama. 

 Llegó Caperucita cantando una canción, pero al ver a la abuela, la notó rara.

  – Abuelita, qué ojos tan grandes tienes, dijo

– Son para verte mejor– dijo el lobo fingiendo voz de persona.

Abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes! -Son para oírte mejor, dijo el lobo.

– Pero, ¡qué boca tan grande tienes! -Es para comerte mejor, dijo el lobo abalanzándose sobre la niña, y se la comió.

El cazador seguía andando por el bosque y pensando que el lobo podía haberle hecho algo a la abuelita, volvió por si necesitaba algo. Por la ventana observó cómo el lobo, vestido de abuelita estaba terminando de comerse a Caperucita.

El lobo enseguida se quedó dormido de todo lo que había comido.

El cazador le abrió con un cuchillo la tripa y sacó a la niña y a su abuelita, que se las había tragado enteritas.

Le pusieron dentro un montón de piedras y le cosieron la tripa otra vez.

Cuando el lobo despertó, tenía mucha sed con todas esas piedras dentro, así que se fue a beber al río.

Con el peso de las piedras, el lobo se cayó al agua y se ahogó.

Después de este gran susto, Caperucita prometió a su mamá y abuela que nunca más se entretendría en los recados ni hablaría con desconocidos y que sería siempre muy obediente a los consejos de su mamá.

FIN                                         Adaptación Mª T. Carretero